La aplicación de estas técnicas comienzan a evidenciarse ni bien la edificación comienza a utilizarse. En un primer momento por el aumento de confortabilidad y calidad de vida logrado por la envolvente y luego por la reducción de costos energéticos asociados a la climatización e iluminación del lugar. Además de la reducción de los costos engendrados por la climatización e iluminación se debe tener en cuenta la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero que conlleva el no consumo de esa energía, lo que reporta un beneficio adicional al ambiente, reducción del impacto y de la huella de carbono.
Si bien al momento de la ejecución de la obra, la misma demandará una inversión algo mayor, ésta se verá completamente justificada por los ahorros producidos por la aplicación de estas herramientas. Se considera típico un aumento de inversión del orden del 8 al 15%, mientras que la reducción de los costos energéticos pueden llegar a valores sorprendentes del 50% y más. Todo esto sin dejar de recordar las mejoras en la habitabilidad logradas que hacen que se justifiquen por sí solas estas aplicaciones.
Se busca fundamentalmente un aumento de la confortabilidad higrotérmica de los ambientes por medio de protecciones, aislaciones térmicas, ventilación, etc. También se tienen en cuenta colores de las paredes, vegetación, inercia térmica, materiales constructivos, estudios de iluminación natural y otros. Existen además sistemas que fuerzan el ingreso de aire caliente, o la ventilación por medios naturales, sin consumo de energía y que pueden fácilmente adaptarse mejorando aún más las condiciones.